miércoles, febrero 27, 2008

Up the irons!!!

El domingo después de casi año y medio de sequía personal de conciertos, fuimos a ver a Iron Maiden, ya que tenía rato sin venir a México y nunca los había visto, una grave falta para cualquiera que se sienta metaloso.

Sin duda hubiéramos preferido dos fechas en un lugar más pequeño y no una fecha en el Foro Sol donde todos suenan poco menos que de la chingada. Pero en fin, la idea era ver a los Maiden “ruquear” forever.

Abrió el concierto un grupo chafón y ochentero que después me enteraría que se trata de un caprichito de la hija de Steve Harris y que la verdad pasó desapercibido por media hora de ruido, mientras la gente trataba de divertirse sin tener que voltear al escenario.

Después todo bien, como en los DVDs que ya habíamos visto en innumerables ocasiones, un escenario bien plantado y con mucha crema, pantallas a los extremos del mismo, los rucos regando polilla por todo el escenario con una gracia y condición física envidiable, la voz de Dickinson intacta como si se tratara de un play back, Mcbrain con su ya conocida aversión a utilizar el doble pedal tratando de alcanzar los galopes, tres guitarras que sonaban como si estuvieran tocando desde adentro de una cisterna y Harris con su particular manera de tocar el bajo haciendo volar sus dedos en muy buena forma.

Como si se tratara de un disco de grandes éxitos, no se anduvieron con jaladas y tocaron lo mejor que tenían. Nosotros los de las gradas que no teníamos binoculares, pasamos la mitad del concierto entrecerrando los ojos para tratar de distinguir a los Maiden hacer su desmadre en un escenario que a esa distancia parecía una maqueta con un montón de pulgas amaestradas con pelucas y guitarras brincando de un lado a otro. La otra mitad del concierto lo vimos alternando miradas entre el escenario y las pantallas gigantes que a esa distancia parecían un concierto de pago por evento visto a través de una televisión de 14 pulgadas.

Ya para finalizar mientras interpretaban “Iron Maiden” (la canción), salió Eddie, la mascota del grupo de 3 metros aproximadamente, que se movía gracíl y agil como una botarga del Doctor Simi con artritis reumatoide, todo un caso.

La gente entregada, muchos gritos, muchos aplausos, muchas manos cornutas en el aire, celulares prendidos todo el concierto tratando de filmar o fotografiar parte del concierto, hartas viejas con cara de asco arrastradas al concierto por sus novios metaleros, caras de "What?" cuando Dickinson intentaba platicar con la gente en ingés, muchos “guachiguacheos” en las letras de las canciones para poder corear los éxitos de los Maiden en las partes en que el público no conocía la letra y como siempre de los siempres, el público mas pendejo del mundo para intentar aplaudir al ritmo de una canción, increíblemente arrítmicos. Si no podían seguir la parte instrumental de “Hallowed be thy name” imaginen que problema les resultó tratar de llevar el ritmo con sus cabezas de aguacate en “The number of the Beast” que tiene un compás de 4/4 y uno de 6/4 alternado.

Buen concierto, valió el boleto y la madriza, solo me quedé pensando si era necesario hacer una botargota de tres metros de Eddie que diera tumbos por todo el escenario, al fin y al cabo cada vez se parecen más a él, vean a continuación el ejemplo de Steve Harris:

Y bueno, ya, otra vez estoy de regreso a la realidad de la chamba escuchando gracias a los compañeros de oficina a K-paz, Paquita la del barrio, baladas setenteras, Kenny G, Salsa y otras pendejadas.


UP THE IRONS!!!!

Bytes.

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