jueves, octubre 23, 2008

Un tercio de impacto.

Hace un rato mientras escapaba de un curso pedorro y me iba a comer a mi casa (la media hora de comida de hora y media) en el alto de un semáforo eterno (3:25 min medidos con cronómetro) se acercaron un chingo remoras para ofrecer servicios que nadie pidió y pendejadas que nadie necesita como limpiar mi parabrisas que así mugroso me gusta un chingo porque me ayuda a desarrollar mis demás sentidos; tambíén estaba la vieja cabrona que vende porquerías alusivas a la fiesta correspondiente que se cuelgan del parabrisas mugroso, en turno, calabazas que parecen testículos con ictericia (por lo anaranjados) y un pinche sombrero de bruja encima.

Mientras los ignoraba de la caballerosa y amable forma que tengo para socializar: "Neh!!", "Chingando", "'Am's a la ver...", etc., se acercó un pinacate que sin mas me aventó en la jeta tres hojitas de papel, 'tons ya así por las buenas vi que se trataba de publicidad de no se que chingados, a una sola tinta de color rojo y un montón de letras que me dieron hueva leer.

Como íbamos por ahí del minuto con 20 segundos de luz roja me dió tiempo de cabilar acerca de la publicidad en esos pinches papeles feos. Por principio de cuentas un tipo que pone un negocio quiere que la perrada de la región se de cuenta del nuevo changarro y entonces imprime digamos...un millar de papeles con publicidad. Obviamente este culón se siente autosuficiente y no contrata un diseñador gráfico para hacer el panfleto y le dice al serigrafista que lo imprima nomas en tinta roja pa' que amarre y para ahorrarse unos centavos mas. Luego contrata al pinacate que me atacó para que los reparta, la cosa es contratar a una persona que haga la tarea en cuestión por unas cuantas monedas. El pinacate recibe un bonche enorme de papeles para repartir y como lo que le van a pagar es una miseria decide tener la brillante idea de repartir de a tres en cada carro que ataque lo que reduce el millar de panfletos a un tercio efectivamente repartidos. De los 333 papeles, vamos a suponer, siendo optimistas, que igualmente un tercio de ellos son leídos por los automovilistas ya que los otros dos tercios como en mi caso los avientan adentro del carro, se hacen caca y son expulsados cuando llevamos el carro a lavar, razón por la cual siguen vivos solo 111 panfletos. De esos 111 cafres que leyeron todo el panfleto vamos a suponer que un tercio se interesó por el producto o servicio anunciado por lo que quedan vivos 37 clientes potenciales los cuales no van a dejar de hacer su vida por el anuncio, es decir, no son clientes inmediatos. De los 37 que quedan vamos a suponer que un tercio de ellos son lo suficientemente ordenados y metódicos para guardar el pedazo de papel en un lugar que se acuerden para utilizar los datos (teléfono, dirección, etc) cuando necesiten de la propaganda, es decir, quedan 12 clientes efectivos de los cuales vamos a suponer que un tercio de ellos hacen efectivo el uso del panfleto, van al negocio y dejan su lana a cambio del producto o servicio por lo que tenemos la cantidad de 4 clientes REALES. Eso sin tomar en cuenta que a lo mejor cuando vayan estos cuatro clientes está cerrado el negocio o quebró o cobra muy caro o no los puede atender o no contesta el teléfono o no tiene lo que buscaban.

Entonces, ¿Vale la pena hacer un millar de papeles para atraer a 4 personas?, ¿Para que hacer un millar de papeles de los cuales 996 de ellos van a acabar en la basura en el mejor de los casos?, ¿Valió la pena que el pinacate grifo me sacara el pedote que me sacó?

¡NO!

Bytes.